La democracia burguesa no ha resuelto la situación de la mujer. Las tibias reformas lo único que han hecho es maquillar todas las variantes de opresión económica, sexual, política, social y cultural. La mujer trabajadora levanta su puño de lucha contra el sistema capitalista y patriarcal, no sólo el 8 de marzo, sino cada día, bregando por emanciparse, transformando la sociedad.
El gobierno se llena la boca hablando de que
está resolviendo las condiciones de opresión que enfrenta la mujer.
Reproduce cientos de spots publicitarios abordando el tema de una manera
light. Ubica a mujeres en cargos del Estado para introducir
medidas que aplastan y vulneran los derechos de otras mujeres. Mantiene
un discurso machista, ultra conservador y patriarcal. En la práctica
no ha resuelto nada. Sólo ha reforzado las formas de violencia
simbólica, económica y política.
La lucha de la mujer busca aniquilar las raíces conservadoras, retrógradas y moralistas de la sociedad actual. Contiene un profundo carácter progresista y revolucionario, que deja atrás lo viejo y caduco, para engendrar, a través de su emancipación, un nuevo tipo de sociedad.
Así
como hay mujeres que explotan a otra mujeres, que se sientan en el
parlamento para pisotear los derechos de la mujer proletaria, campesina,
estudiante. Así mismo hay compañeras que combaten día a día por cambiar
no sólo su condición de opresión, sino la raíz actual que permite la
reproducción de esas relaciones: el capitalismo. Es decir luchan por las
reivindicaciones femeninas, al mismo tiempo que luchan por la
revolución.
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