Los
partidos burgueses y reformistas están de fiesta, la distribución de cargos y
el poder político entran en disputa. Las luces del cabaret electoral se
encienden y cada candidato realiza un sinnúmero de promesas para obtener votos,
ganar las elecciones, apoltronarse en las curules, en el sillón presidencial,
detrás de un escritorio burocrático y olvidarse de las promesas hechas en
campaña, aprovechando la frágil memoria histórica de quienes creen aún en las
elecciones. Se viene la procesión de los Noboa, Correa, Lasso, Gutiérrez,
Acosta, por los barrios populares, suburbios, mercados y demás lugares de
concentración popular. Ocultando, mientras duren las elecciones, sus lujosas
mansiones y encargando a sus capataces las lucrativas empresas donde
sobre-explotan a miles de obreros. Visten en esta época su atuendo preferido:
el de la charlatanería y el engaño. Es conocido por todos los slogans “pan,
techo y empleo”, “yo sé cómo hacerlo”, “la fuerza de los pobres”, “la
revolución de mentes lúcidas y corazones ardientes”, frases hueras que solo
sirven de anzuelo para, una vez en el gobierno, remplazar todo ello con medidas
anti-populares, saqueo, represión y criminalización. Mientras te ofrecen pan,
suben los precios; cuando te ofrecen educación, la privatizan; cuando ofertan
empleo, éste nunca llega; cuando te proponen estabilidad tu pequeño negocio
quiebra; en campaña te dan dulce y una vez en el gobierno te dan palo.
Las
elecciones –con el cuento de la democracia- arrancan de las clases explotadas
su aprobación a los candidatos que han sido elegidos previamente por cada
fracción burguesa con el objetivo de preservar sus intereses económicos. “Se efectúan con el propósito primario
de legitimar el sistema, la política y las acciones de la clase
dominante-dándoles la fachada de un mandato popular-y de canalizar, confinar y
controlar la actividad política de las masas populares”
Bov Avakian. Las
elecciones constituyen la forma pacífica que tienen las diferentes fracciones monopólicas
–compradora, industrial, financiera, burocrática- para asegurarse el control
del Estado y repartirse “democráticamente” la riqueza económica del país. Estos
grupos mantienen un acuerdo general en la forma de organizar el país y la
economía, pero entre ellas también existen disputas que tienen que ver con las
características económicas de cada grupo, lo cual lleva a implementar matices
particulares en la gestión estatal. Quien sea
que triunfe los obreros, campesinos, estudiantes y pequeños comerciantes serán
los derrotados a fin de cuentas, puesto que sus reivindicaciones fundamentales
no serán resueltas por el mandatario o asambleístas de turno.
En este sentido resulta imprescindible romper con el pensamiento de
que en las elecciones el pueblo participa, puesto que esa supuesta
participación no es más que elegir entre los representantes de los
explotadores. Además que las
elecciones legitiman la explotación y desarticulan las variantes organizativas
de los sectores populares.
El gobierno de Rafael Correa
en seis años ha entregado el país al imperialismo chino y estadounidense, ha
multiplicado la deuda externa, ha servido a los grandes monopolios que hoy
tienen más ganancias que nunca, representa los intereses de los nuevos ricos ligados al
gobierno, ha encarcelado y perseguido
a quien opina distinto, ha acentuado la lógica primario-exportadora de nuestra
economía con el extractivismo minero, ha corporativizado la organización
popular, además de contar con funcionarios corruptos y falsificadores.
Si gana su objetivo será ahondar en la política fascista y corporativa,
acentuando el dominio del capital extranjero, sustentando esto en la incesante
propaganda oficial y la política asistencialista.
Guillermo
Lasso,
candidato ligado al imperialismo yanqui, conectado con la banca estadounidense
y propietario del Banco de Guayaquil, de ideología neoliberal y privatizadora,
ex ministro de finanzas en el gobierno de Mahuad y funcionario de Lucio Gutiérrez,
perteneciente a la secta del Opus Dei. Lucio
Gutiérrez, ex-presidente, al segundo día de posesionado se auto-declaró el
“mejor amigo de EEUU” llevando adelante un gobierno corrupto, despótico y
anti-popular, fue derrocado en dos
años. Álvaro Noboa, candidato por
quinta vez, fue presidente de la Junta Monetaria en el gobierno de Bucaram y
uno de los principales gestores del desastre económico de aquel gobierno. El
hombre más rico del país es responsable de gran cantidad de abusos laborales
hacia sus trabajadores, represión, uso de mano de obra infantil, así como de no
pagar el precio establecido a los pequeños productores de banano.
La Coordinadora Plurinacional de las
Izquierdas, representada por Alberto
Acosta, nuevo cuadro de la socialdemocracia, ligado a una familia de
empresarios y banqueros, vinculado
a las ongs imperialistas, defiende a capa y espada la actual constitución a la
que denomina “garantista” y que precisamente despoja de derechos fundamentales
al pueblo ecuatoriano. Se ha juntado con una caterva de oportunistas como el
MPD, Pachakutic y el Partido Socialista, quienes han utilizado al pueblo para
que una camarilla de burócratas viva de los puestos que les da el Estado y han
disuelto la lucha popular para participar en las elecciones burguesas, cabe
recordar que éstos fueron los principales colaboradores del gobierno de Correa
hasta hace un par de años, y que le ayudaron a introducir muchas de las leyes y
golpes que hemos recibido, bastó que el gobierno les propine una patada en el
trasero, cuando ya no le eran útiles, para autodenominarse “oposición”.
Los
otros candidatos forman parte del recambio generacional burgués, conectados a
grupos empresariales y que pretenden ganar notoriedad pública y alcanzar unos
cuantos escaños para sus asambleístas. Preguntémonos si en realidad estos
personajes y sus partidos representan a los sectores populares, si trabajaran
en función de nuestros intereses o los de sus bancos, empresas, fábricas y
demás.
Por
ello, el Movimiento Vientos del Pueblo, organización que cree en una verdadera
transformación revolucionaria del país, manifiesta que lo más coherente es
ANULAR EL VOTO. Las elecciones benefician sólo a las
élites económicas y políticas y
los sectores populares al participar en ese juego se desorientan de sus verdaderos
intereses de clase. La historia de nuestro país demuestra claramente como el
cabaret electoral no ha traído ningún beneficio para las clases explotadas en
el país, sino que lo que ha hecho es desmovilizar a la gente y canalizarla a
formar parte de la institucionalidad burguesa, esterilizar la lucha social.
Debemos
despojarnos de la idea de que en las elecciones estamos decidiendo algo, y que
no votar o anular el voto es ser irresponsable o “apolítico”. Si manifestamos
que las elecciones son una disputa inter-burguesa, votar equivaldría a elegir
qué grupo de la clase dominante nos va a oprimir durante los próximos cuatro
años, es la idea del “mal menor”, es como decretarnos la pena capital y elegir
si queremos la cámara de gas, la guillotina o la silla eléctrica. Muchas veces
el “mal menor” termina siendo peor, como nos ha ocurrido con este gobierno. Detrás
del mito de la representatividad vía elecciones se esconde el interés de las
clases dominantes de llevar al pueblo a participar de un juego en el que nunca
va a ganar.
“Gane quien gane,
no cabe duda de que las masas perderán. Pero a la estructura de poder le
preocupa que sigan las luchas intestinas en los más altos niveles, que grandes
sectores de la población rechacen la legitimidad del nuevo presidente y que
toda la situación lleve a convulsiones sociales.” Bob Avakian
ANULAR EL VOTO Significa
comprender que sólo mediante la lucha y organización se pueden conquistar
derechos para los sectores populares e ir allanando el camino hacia la
revolución. Significa tomar una posición consecuente y definida donde
descartamos las elecciones por caducas e inservibles. Esto significa
comprensión política consciente, basar las esperanzas en los esfuerzos propios,
en la construcción de los elementos necesarios para la revolución.
La
consigna correcta para los estudiantes de 16 y 17 años es No Votar para
demostrar su rechazo a esta forma de institucionalización que busca alejarlos
de las calles y la lucha social de la que han sido parte importante en la
historia del país.
Vientos
del Pueblo manifiesta su rechazo total a las elecciones burguesas, y mantiene
su convicción de que el pueblo no debe aspirar al “mal menor”, sino a forjar
sólidamente su futuro, a organizar su país y su sociedad desplazando a la capa
de parásitos que actualmente se encuentran gobernando. Es decir, luchar por una
verdadera transformación, ello es posible pero la base para lograrlo es
¡Organizarse!
¡NOSOTROS
ANULAMOS EL VOTO, NOSOTROS ELEGIMOS LUCHAR!
¡A
desenmascarar las elecciones y la democracia de los explotadores!
¡Revolucionando
la consciencia, evolucionando mediante la acción,
Soplan
Vientos del Pueblo para la Organización Popular!
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