Recuperar la riqueza crítica y transformadora del marxismo (Movimiento Vientos del Pueblo - Revista ConCiencia Revolucionaria)
La detracción sesgada contra el capitalismo
La crítica al sistema capitalista ha sido una constante desde el momento mismo de su conformación. Han existido las más variadas interpretaciones sobre su funcionamiento lo que ha llevado a argumentaciones erróneas o parciales, tanto desde varias corrientes autodenominadas marxistas, como desde variantes ideológicas concretamente burguesas o pequeño burguesas.
En el devenir histórico ello se manifestó por ejemplo con los socialistas utópicos que apelaban a un cambio en la actitud de los capitalistas para hacer menos sufrible la existencia de los obreros, apelando a un cambio de corte voluntarista e idealista, sin comprender aún las leyes que regían dicho sistema social. El movimiento ludista incendiaba y destruía las máquinas culpándolas de su situación. Ciertas corrientes religiosas que se identificaban con los sectores populares inducían a las masas a confiar en una solución divina. Personajes históricos abogaban por un cambio pacífico, consensuado, sin violencia para detener las diferentes formas de opresión. Corrientes revisionistas que vociferaban sobre “actualizar el marxismo” y que lo despojaban de sus aspectos fundamentales, precisamente los que entraban en choque directo con la democracia burguesa. Modas pequeño burguesas llenas de lirismo y romanticismo que se quedaban en la acusación y no pasaban a la acción.
En la actualidad podemos ver las “críticas” que realizan las ongs, fundaciones, movimientos, o colectivos, sobre el tema ecológico, de la mujer, de las nacionalidades indígenas, siempre enfocados desde una óptica parcial, particularista, que diluye tan importantes luchas en el asistencialismo o en el institucionalismo burgués. Las críticas de las organizaciones reformistas que hablan de “cambiar el modelo”, para ellos el problema del capitalismo es el neoliberalismo, proponiendo soluciones como el “Estado Plurinacional” o los gobiernos “patrióticos, progresistas y antimperialistas” como los del socialismo del siglo XXI. También está la crítica de algunos intelectuales o académicos disfrazados de “marxistas o neo marxistas” que analizan ciertas especificidades como la cultura, la sicología, la violencia, los medios masivos, y les encuentran explicaciones sesgadas que se quedan en el aspecto conceptual e inducen a la resignación, al pasivismo, puesto que no vinculan su crítica con la lucha social y no proponen un nuevo modelo de sociedad. Críticas contra el sistema que se diluyen en sus mismas fórmulas como las elecciones.
Si bien la mayoría de estas críticas al capitalismo fueron realizadas por algunos sectores no marxistas, el comunismo en su seno tuvo que enfrentar varias corrientes reduccionistas y vulgarizantes que lo despojaron de su riqueza estructural e integral para interpretar y transformar la realidad. Pretendieron castrar su crítica sistémica y su esencia revolucionaria. Si manifestamos que el comunismo posee el método más consecuente para criticar al capitalismo, despojarlo de uno u otro de sus elementos significa limitar su potencialidad encerrándola en una receta, en un par de frases memorizadas, o en un artilugio utilizado por unos cuantos académicos para ganar fama y dinero. Sectores autodenominados marxistas han pretendido reducir al marxismo, encubriendo su carácter integral. Ha existido una castración vulgarizante del marxismo que se condensan en la actualidad en cinco aspectos:
- Despojar al marxismo de su carácter científico y convertirlo en una simple ideología que puede ser fundida con otras, incluso variantes burguesas o pequeño burguesas. Ello lo palpamos en el desarrollo de los marxismos bolivarianos, alfaristas, martianos, a la chilena, a la cubana, etc. Lo que en el sentido práctico lleva al colaboracionismo directo con las clases dominantes y a una castración del proyecto radical de transformación.
- Un pragmatismo latente que se desarrolla por dos vías: una económica y otra política. En el primer caso señalando que las clases populares deben luchar únicamente por sus reivindicaciones inmediatas: aumentos salariales, combatir el alto costo de la vida, obras públicas, etc. En el segundo caso se da por la crítica a formas de gobierno específicas o modelos, es decir combatir el neoliberalismo, el fascismo, sin cuestionar al sistema en sí; ello se traduce en derrocar al tirano de turno para ubicar otro.
- En el factor estratégico esto se traduce en la negación de la construcción de los elementos necesarios para una verdadera revolución, de las tres armas mágicas que habla el marxismo. Por ejemplo se cuestiona la necesidad de un partido revolucionario el cual en la moda de la intelectualidad pequeño burguesa es reemplazado por los movimientos sociales o masas amorfas de ciudadanos sin mayor consciencia ni interés en una construcción a largo plazo.
- Deslindar la unidad existente entre la teoría y la práctica revolucionaria. En este aspecto hay quienes caen en un ciego empirismo donde únicamente hay que hacer, hacer y hacer sin arreglo a un plan ni a un conocimiento científico. Y hay quienes mantienen un intenso intelectualismo que los aleja de la práctica social y de la realidad de los sectores populares.
- Despojar al marxismo de sus elementos centrales bajo la excusa de su “reactualización”, del antidogmatismo y de la libertad de crítica. Sin duda la sociedad y la ciencia (incluyendo al marxismo) se desarrollan, y los comunistas jamás negamos ello, pero existe un tremendo trecho entre ello y querer despojar a esa ciencia de sus elementos centrales. En ese sentido buscan cuestionar aspectos centrales como el carácter de clase del estado, de la democracia, la violencia revolucionaria, el antagonismo entre explotadores y explotados. El marxismo se ha desarrollado como ciencia y ha estado a la vanguardia de los acontecimientos sociales y políticos del mundo contemporáneo, sin duda los aportes cualitativos de Lenin, de Mao, y otras contribuciones de varios revolucionarios han contribuido a ello.
A lo que queremos llegar es que existen muchas corrientes que aparentan criticar al sistema capitalista, pero en el fondo sólo lo hacen parcialmente, encontrándose estructuralmente limitadas, y diluyéndose dentro de la misma democracia burguesa, envolviendo a los sectores populares en dinámicas institucionalistas que desarman su lucha y proyecto radical de transformación. Es decir la crítica al capitalismo la pueden hacer los mismos burgueses, sectores reformistas disfrazados de izquierda, y hasta gente de buenas intenciones sin mayor conocimiento sobre el funcionamiento del mismo, pero éstas estarán condicionadas por intereses de clase ajenos al proletariado, o por un voluntarismo ciego, puramente emocional e idealista que lejos de llevar a triunfos a los sectores populares, los conducirá por la senda de la derrota.
El marxismo: desarrollo de una base científica para derrumbar el capitalismo
Fueron precisamente Carlos Marx y Federico Engels quienes le dieron una base científica a la crítica al sistema capitalista al estudiar su funcionamiento económico, político e ideológico, logrando una explicación certera de su surgimiento y desarrollo. Su análisis no se sesgó exclusivamente a dicho modo de producción, sino que logró explicar los diferentes momentos y sucesos históricos que había atravesado la sociedad, generando una base conceptual y categórica con el desarrollo del materialismo histórico. Sin embargo para conseguirlo tuvieron que forjar con anterioridad una base filosófica y científica, un método: el materialismo dialéctico, el cual aniquilando las corrientes idealistas y metafísicas, permitió que la concepción de la que partirían Marx y Engels para analizar la sociedad fuera la adecuada. Es decir, el marxismo desarrolló la economía, la filosofía y la política, lo que nos sirve en la actualidad para plantear su vigencia como ciencia, ideología, movimiento y sociedad -tema que abordaremos en otro artículo-.
Todo el componente teórico del marxismo se materializaría en acciones concretas por la liberación de los proletarios del mundo y de los pueblos oprimidos, su crítica no se quedó únicamente en una antítesis y síntesis conceptual, sino en el desarrollo de grandes procesos organizativos, en revoluciones, en pasar de la interpretación a la transformación. Es decir, la lucha contra el sistema capitalista no opera en el campo de la crítica únicamente contemplativa e interpretativa, sino básicamente en la acción transformadora de las masas populares por construir una nueva sociedad.
“El marxismo, donde se ha mostrado revolucionario -vale decir donde ha sido marxismo- no ha obedecido nunca a un determinismo pasivo y rígido… Marx no podía concebir ni proponer sino una política realista y, por esto, extremó la demostración de que el proceso mismo de la economía capitalista, cuanto más plena y vigorosamente se cumple, conduce al socialismo; pero entendió, siempre como condición previa de un nuevo orden, la capacitación espiritual e intelectual del proletariado para realizarlo, a través de la lucha de clases”[1].
La crítica al sistema debe ser total, amplia, integral. El capitalismo no es sólo la explotación del hombre por el hombre, sino especialmente la reducción del ser humano a una marioneta del poder, que no piensa, que no siente, que no entiende, y que va por la vida anulado como sujeto, utilizado como número para las estadísticas de los gobiernos o los cálculos electorales, manipulados por una cultura de masas banal. Si bien lo económico es la base fundamental para la explotación, nuestra crítica y nuestras aspiraciones no pueden limitarse sólo a ello, debemos evidenciar todas las formas de opresión que impulsa el sistema en cada ámbito, demostrar su incapacidad para resolver los problemas sociales, y debemos proyectar además nuestra posición acerca de lo que es el ser humano, la importancia del conocimiento, de la cultura, del arte, de la ideología. Es decir no es sólo una lucha por menor explotación, sino por recuperar la dignidad del ser humano como tal y ello sólo puede ser logrado en una sociedad sin clases. Debemos recuperar toda la riqueza del comunismo no sólo para acabar con la explotación sino por recuperar la esencia del ser humano, su dignidad.
La crítica no es sólo por la explotación sino por la recuperación de la dignidad humana. Que no seamos seres pasivos, llevados por la corriente, sin decidir, sin pensar, sin actuar. El marxismo critica al capitalismo pero propone otro modelo de sociedad, y para ello cuenta con un método para conocer la realidad y para transformarla. El marxismo no es ni una pieza de museo, ni un souvenir para académicos, ni una receta muerta e inmóvil. El marxismo tiene la riqueza para el análisis pero especialmente para el accionar. Para entender y transformar conscientemente, para que el ser humano recupere su condición humana vejada y reducidas por las sociedades clasistas. La crítica del marxismo tiene un amplio contenido transformador, práctico, como diría Mao: si quieres hacer la revolución debes participar en ella. La revolución se realizará con la lucha organizada de los sectores populares, no con la caridad de los burgueses, ni con los gobiernos asistencialistas, ni con masas amorfas de ciudadanos que explotan coyunturalmente y nuestro objetivo no está encasillado sólo en la destrucción de este sistema sino en la creación de otro orden social radicalmente distinto.
“Los marxistas no creemos que la empresa de crear un nuevo orden social, superior al orden capitalista, incumba a una amorfa masa de parias y de oprimidos, guiada por evangélicos predicadores del bien. La energía revolucionaria del socialismo no se alimenta de compasión ni de envidia. En la lucha de clases, donde residen todos los elementos de lo sublime y heroico de su ascensión, el proletariado debe elevarse a una "moral de productores", muy distante y distinta de la "moral de esclavos", de que oficiosamente se empeñan en proveerlo sus gratuitos profesores de moral, horrorizados de su materialismo. Una nueva civilización no puede surgir de un triste y humillado mundo de ilotas y de miserables, sin más título ni más aptitud que los de su ilotismo y su miseria. El proletariado no ingresa en la historia políticamente sino como clase social; en el instante en que descubre su misión de edificar, con los elementos allegados por el esfuerzo humano, moral o amoral, justo o injusto, un orden social superior”[2]
[1] Mariátegui, José Carlos. En Defensa del Marxismo.
[2] Ibid
Movimiento Vientos del Pueblo - Revista ConCiencia Revolucionaria