lunes, 19 de agosto de 2013

Cambio de la matriz productiva o modernización estatal re-primarizante

yasuní

Cambio de la matriz productiva o modernización estatal 

re-primarizante

Editorial de la Revista ConCiencia Revolucionaria No.37

Cambio de la matriz productiva o modernización estatal re-primarizante

En la actualidad el slogan de moda de la Revolución Ciudadana es el “cambio de la matriz productiva”. Éste es definido como el eje central de la gestión estatal para los próximos años, que según el Plan Nacional de Desarrollo permitirá alcanzar el vanagloriado e indefinible Sumak Kawsay. Constituye un lugar común en el discurso gobiernista repetido incesantemente ya no sólo por el presidente, sino por la vicepresidencia, a través de todos los medios oficiales y privados que, a través de cadenas y un permanente pautaje publicitario, se encargan de convertir en verdad una mentira repetida más mil ocasiones. Esto quiere configurar en el imaginario colectivo una idea de “cambio”, de “dejar atrás el pasado”, actuando como un recurso discursivo del poder que pretende nublar la realidad concreta.

Pero, ¿qué significa realmente cambiar la matriz productiva? Esto implica, según el gobierno, “dejar de depender de la economía extractiva, aumentar el peso de la industria nacional, aplicar medidas proteccionistas y tributarias, y desarrollar las nuevas industrias estratégicas, especialmente la petroquímica, refinación y energía”.

La re-primarización de la economía ecuatoriana y la dependencia del extractivismo
Ahora bien, para desentrañar la falsedad de todo esto, debemos ir por partes. ¿El Ecuador va a dejar de depender de la economía extractiva y de ser un país primario exportador gracias a la revolución ciudadana? Evidentemente no. Este gobierno depende totalmente de la economía extractiva, especialmente del petróleo, el cual representa más de 17 000 millones de dólares en ingresos anuales para el Estado, lo cual no se ha logrado sólo por las famosas “renegociaciones”, ni por mejoras productivas, sino especialmente porque el precio del barril en el mercado internacional ha estado sobre los ochenta dólares, llegando a en ocasiones a sobrepasar los cien dólares. Esto ha permitido al gobierno un nivel de gasto sin precedentes.

Desde  los años setenta que inicia la explotación petrolera, el Ecuador ha dependido de ésta como fuente principal de recursos, lo que ha sido utilizado también por este gobierno aunque combinado con una política tributaria exhaustiva, convirtiéndose estos dos en los principales ingresos estatales. Ahora además se viene una mayor explotación petrolera en el Parque Nacional Yasuní, después de que fracasara la iniciativa del gobierno por conseguir fondos de la comunidad internacional. La farsa de la campaña de recolección de fondos sólo fue una excusa para legitimar la acción devastadora y extractiva del gobierno que embaucó a ecologistas, ongs y despistados. La voracidad imperialista sigue su dinámica y en ello cuenta con un cómplice predispuesto disfrazado de verde agua.

A esto hay que añadir que éste gobierno es quien inaugura la minería a gran escala en el Ecuador, lo que, además de provocar un enorme impacto ambiental y social, tiene un efecto real de re-primarización de nuestra economía, acentuando el papel subordinado del país en la división internacional del trabajo, que nos mantiene como un país primario-exportador, paraíso de las transnacionales imperialistas. ¿Cómo es posible, entonces, que el gobierno prometa cambiar la matriz productiva en base al incentivo de la producción de materias primas como el petróleo y la minería? ¿Acaso los gobiernos que estuvieron cuando existió el auge de cacao, banano y petróleo no prometieron también que iban a aprovechar la venta de esos productos primarios para sacar al Ecuador del subdesarrollo? De lejos, todo esto huela a cuento chino.

¿Desarrollo industrial?
El tan promocionado desarrollo industrial es una falacia. Basta con constatar los índices de participación industrial dentro del PIB y ver como si en el 2005 éste era del 13,4%, el año pasado no superó el 16%, manteniendo una economía comercial y financie­ra más que productiva. Al igual que la CEPAL en la década de los 60’s y 70’s en América Latina fomentando la política económica de Industrialización por Sustitución de Importaciones (ISI), en Ecuador esto ha sido retomado por el gobierno. Se vuelve a promocionar la vía industrial a través de la sustitución de importaciones que fracasó rotundamente con anterioridad. A pesar de todo esto, el gobierno nacional afirma que Ecuador se constituirá en el próximo Jaguar latinoamericano, haciendo referencia a los “tigres asiáticos” a los que admiran sobremanera.

En definitiva, el apoyo a las “industrias” del país no es sino un respaldo a los grupos monopólicos ecuatorianos y transnacionales que controlan sectores de la producción como de los alimentos, en donde podemos encontrar a Pronaca, Nestlé, Toni, Los Andes, Coca Cola, Cervecería Nacional, entre otros. Igual cosa sucede con el sector textil, farmacéutico y de materiales de construcción, petroquímica, etc., que según el gobierno permitirán generar las condiciones para el cambio de matriz productiva.

Por las condiciones a las que está expuesto nuestro país, en éste no se puede desarrollar la industria pesada, ésta es inexistente y los sectores industriales que existen son de baja tecnología o están en manos de corporaciones extranjeras.

Una Política tributaria intensiva
La exhaustiva política tributaria del régimen no tiene como objetivo el cambio de matriz productiva, sino garantizar los fondos necesarios para sostener los altos niveles de gasto del régimen. Aquí hay que tomar en cuenta que los ingresos del gobierno gracias a la recaudación tributaria llegan a más de 13 000 millones de dólares. Es decir una economía que no basa su desarrollo en la producción sino en los impuestos directos e indirectos.

El “proteccionismo” es una utopía en una economía condicionada y manejada por los centros imperialistas. El país no va hacia el proteccionismo burgués sino hacia una sumisión directa que es garantizada por los préstamos otorgados por la banca china y las concesiones a las empresas chinas y estadounidenses. Basta darse cuenta que el endeudamiento de Ecuador con China hasta este año alcanzará 8.177 millones de dólares y que estos enormes prestamos financieros siempre van acompañados de “acuerdos” en donde la política económica nacional debe quedar subordinada a los intereses del país prestamista.

De refinerías, hidroeléctricas y otro cuentos chinos
Otra de las falacias gubernamentales consiste en afirmar que “el cambio de la matriz energética permitirá lograr el cambio de la matriz productiva”. En esta medida debe quedar claro que la construcción de la Refinería del Pacífico, como proyecto emblemático, o la generación de energía a partir de las hidroeléctricas, no cambian la matriz productiva, estas son tan sólo condiciones para mejorar los procesos productivos pues funcionan como materias primas auxiliares. De ningún modo se ha logrado modificar “qué se produce”. Y bueno, sobre esto el gobierno dirá ¡es que estamos preparando las condiciones! Condiciones para qué habría que precisar, puesto que estos cambios están destinados a abaratar los costos de producción de las empresas capitalistas, generando perjuicios sociales a las comunidades.

Modernización estatal burguesa
Según el círculo oficial el objetivo del cambio de matriz productiva es alcanzar el Sumak Kawsay, un concepto ambiguo puesto de moda por la intelectualidad reaccionaria y que se presta para las más variadas interpretaciones.  Por su parte, los enunciados más demagógicos afirman que esto permitirá la “destrucción del estado burgués” reeditando los postulados del reformismo burgués de transición pacífica a nivel teórico, pero en la práctica es el refuerzo de esa misma estructura estatal, modernizándola y sacándola de la crisis como ha sido la misión central de esa putrefacta corriente denominada socialismo del siglo 21. Vociferan sobre una revolución en base al desarrollo del conocimiento y el talento humano, especulación falsa que se encuentra bloqueada de realización por una estructura educativa limitada por los intereses imperialistas y que detrás suyo esconde nada más que el camino hacia una elitización y mercantilización cada vez más profunda. Su proyecto insigne son las ciudades del conocimiento que representan la alianza entre el capital privado imperialista –chino, europeo, estadounidense y coreano- y el estado ecuatoriano tanto en el diseño, ejecución y resultados de dichos proyectos. Se asume como un elemento vital “dotar de valor agregado a los productos exportables”, impulso beneficioso para el monopolio agro-exportador que no garantiza a nivel interno la satisfacción de las necesidades más elementales del pueblo ecuatoriano.

Pero el asunto de fondo está en determinar si es posible o no el cambio de matriz productiva y si ello no constituye tan sólo una declaratoria institucional llena de demagogia. Para ello hay que entender primero que a nivel teórico el gobierno utiliza este concepto de una manera tergiversada y parcial, ya que identifica ese cambio con los ejes nombrados anteriormente que de por sí no significan  ningún cambio estructural.

En el tema práctico es clave comprender el carácter de la formación social ecuatoriana y de la burguesía que se desarrolla aquí. Primero que nada el Ecuador es un país semi-colonial, que cumple un papel subordinado en la división internacional del trabajo, los principales sectores de la economía se hallan controlados por el capital imperialista lo que bloquea cualquier intento “nacional” de desarrollo industrial conducido por la burguesía. Segundo, el carácter de la burguesía ecuatoriana, pues sus fracciones tanto compradora como burocrática están alineadas y entregadas en cuerpo y alma al imperialismo, que crecieron bajo su amparo y así fueron construyendo su servilismo históricamente. Tercero, nuestro país desarrolla una economía más comercial que productiva, no existe industria pesada y esto no ha variado en nada con este gobierno. Basta con saber que hasta el día de hoy los principales ingresos para el Estado y el país vienen de la recaudación de impuestos, venta de petróleo, banano, enlatados de pescado, camarón, flores, productos mineros, cacao y elaborados, manufacturas de metal, extractos y aceites vegetales, atún y pescado, café y elaborados, manufacturas de cuero, plástico y caucho, y madera. Es decir, después de casi 7 años de Revolución Ciudadana, la base productiva ecuatoriana no ha cambiado, su esencia primario exportadora perdura y es dominante, es una sociedad eminentemente agraria y comercial sumida en un mar de pequeña producción y comercio. Además cabe tomar en cuenta la estructura semifeudal que se desarrolla en grandes partes del campo ecuatoriano, donde no hay asomo de modificación de dichas relaciones y peor un desarrollo agrario industrial, pues este sólo existe para el sector agro-exportador.

Lo que ha sido definido como “radicalización de la revolución”, no es sino la modernización intensiva del aparato estatal para que sirva de una mejor manera a las necesidades actuales de acumulación capitalista. Un país dominado hasta la médula debe sentar ciertas condiciones básicas para la “inversión extranjera”.  Así lo han garantizado pues no sólo este sino anteriores gobiernos. En un momento determinado García Moreno tuvo que dar los pasos necesarios para la unificación del Estado ecuatoriano, Eloy Alfaro desarrolló una infraestructura básica que permitió conectar varias regiones del país junto al avance de la burguesía agro-exportadora que modificó la estructura estatal para sus intereses, así como la dictadura militar encabezada por el Rodríguez Lara donde el petróleo fue la promesa de desarrollo económico. Y ahora la revolución ciudadana se dota de los elementos jurídicos, políticos, económicos y de infraestructura necesarios para dicha inversión. El cambio de matriz productiva no es más que una farsa demagógica encubierta por intelectuales reaccionarios, reformistas adocenados y un gobierno que tiene clara su misión: situar a la capa burguesa burocrática que representa sin entrar en contradicciones fundamentales con los sectores compradores, y  alimentando a su vez la dominación imperialista.

Movimiento Vientos del Pueblo

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