lunes, 17 de febrero de 2014

Anula tu Voto y Organízate!



Las elecciones son un gran negocio para los partidos que participan, los fondos que reciben, auspicios y contribuciones forman parte del festín, muchas veces financiado indirectamente por el pueblo mismo. Aunque el negocio real y jugoso viene precisamente cuando acceden a los puestos burocráticos donde los grandes sueldos y los negociados les sirven para hacer vida económica de la política. Abajo la farsa electorera, arriba la lucha popular!


“Las elecciones se efectúan con el propósito primario de legitimar el sistema, la política y las acciones de la clase dominante-dándoles la fachada de un mandato popular-y de canalizar, confinar y controlar la actividad política de las masas populares” Bob Avakian.


Las elecciones no han dado nada a la gente. Es una disputa entre grupos burgueses, un juego en el que no tienes opción de ganar. La historia lo demuestra. El tema de proponer el nulo no significa que deba vencer, sino que hay que generar una desconfianza de la gente en las elecciones para que entienda el carácter de clase del estado, para que comprenda que las elecciones son la forma "civilizada" que tienes los grupos de poder para repartirse su administración. Debemos volver a plantear la lucha y la organización como las variantes claves para la emancipación. Sacarnos de la cabeza el paradigma mediocre del "mal menor". Para ello es necesaria la propaganda, la educación, generar referentes organizativos nuevos que rompan con los partidos viejos y nuevos de la burguesía y con el reformismo oportunista que se llama de izquierda pero parasita en las elecciones para que sus dirigentes hagan vida económica de la política. Todos esos partidos politiqueros defienden lo mismo puesto que viven de este lucrativo negocio. Hay mucho por hacer, pero desde nosotros, desde la gente, desde los proletarios. Hay que seguir generando esta corriente revolucionaria nueva e independiente que privilegie la lucha y no el pacto, la organización por sobre las elecciones. Hacerlo significa romper con la trayectoria colaboracionista de la izquierda tradicional. Por eso nosotros ELEGIMOS LUCHAR, NO VOTAR!


domingo, 2 de febrero de 2014

Poema enviado por Grito Proletario a Vientos del Pueblo

NADA ES IMPOSIBLE PARA QUIENES SE DECIDEN A ASALTAR EL CIELO 
Dedicado a los incansables luchadores de Vientos del Pueblo
por su trabajo, convicción y alegría. 


Todos los dioses se ponen en guardia,

fruncen el ceño y toman sus armas.



Jóvenes ojos brillan con humana rebeldía.
Jóvenes voces gritan, reclaman, cuestionan.

Los omnipotentes redoblan sus murallas
y enfilan sus arcos contra los sacrílegos.

Jóvenes corazones sueñan un mundo distinto.
Jóvenes espíritus se vuelven rojos y cabalgan.

Los todopoderosos recogen los puentes de sus fortalezas
y disparan sus flechas contra los desencadenados.

Jóvenes manos empuñan rojas banderas
y abren las puertas de lo prohibido.

Todos los dioses a una sola voz ordenan:
¡Detened a los profanadores!

Jóvenes voluntades desmontan a los sagrados emperadores
y los rebelan terrenales, humanos, efímeros.

Un sudor frío cae por los divinos rostros;
temen por sus capitales por siglos atesorados en las bolsas.

Se ha cometido el peor de los pecados:
despojarlos de su santo halo,
dejando al descubierto la pestilencia
de la celeste podredumbre.

Jóvenes comunistas siguen su marcha,
haciendo polvo las deidades y sus falsos edenes,
despertando con sus cantos a los verdaderos creadores
del futuro paraíso libre de dioses.

Grito Proletario
Octubre, 2013

Recuperar la riqueza crítica y transformadora del marxismo

Recuperar la riqueza crítica y transformadora del marxismo (Movimiento Vientos del Pueblo - Revista ConCiencia Revolucionaria)


La detracción sesgada contra el capitalismo
La crítica al sistema capitalista ha sido una constante desde el momento mismo de su conformación. Han existido las más variadas interpretaciones sobre su funcionamiento lo que ha llevado a argumentaciones erróneas o parciales, tanto desde varias corrientes autodenominadas marxistas, como desde variantes ideológicas concretamente burguesas o pequeño burguesas.

En el devenir histórico ello se manifestó por ejemplo con los socialistas utópicos que apelaban a un cambio en la actitud de los capitalistas para hacer menos sufrible la existencia de los obreros, apelando a un cambio de corte voluntarista e idealista, sin comprender aún las leyes  que regían dicho sistema social. El movimiento ludista incendiaba y destruía las máquinas culpándolas de su situación.  Ciertas corrientes religiosas que se identificaban con los sectores populares inducían a las masas a confiar en una solución divina. Personajes históricos abogaban por un cambio pacífico, consensuado, sin violencia para detener las diferentes formas de opresión. Corrientes revisionistas que vociferaban sobre “actualizar el marxismo” y que lo despojaban de sus aspectos fundamentales, precisamente los que entraban en choque directo con la democracia burguesa. Modas pequeño burguesas llenas de lirismo y romanticismo que se quedaban en la acusación y no pasaban a la acción.

En la actualidad podemos ver las “críticas” que realizan las ongs, fundaciones, movimientos, o colectivos, sobre el tema ecológico, de la mujer, de las nacionalidades indígenas, siempre enfocados desde una óptica parcial, particularista, que diluye tan importantes luchas en el asistencialismo o en el institucionalismo burgués. Las críticas de las organizaciones reformistas que hablan de “cambiar el modelo”, para ellos el problema del  capitalismo es el neoliberalismo, proponiendo soluciones como el “Estado Plurinacional” o los gobiernos “patrióticos, progresistas y antimperialistas” como los del socialismo del siglo XXI. También está la crítica de algunos intelectuales o académicos disfrazados de “marxistas o neo marxistas” que analizan ciertas especificidades como la cultura, la sicología, la violencia, los medios masivos,  y les encuentran explicaciones sesgadas que se quedan en el aspecto conceptual e inducen a la resignación, al pasivismo, puesto que no vinculan su crítica con la lucha social y no proponen un nuevo modelo de sociedad.  Críticas contra el sistema que se diluyen en sus mismas fórmulas como las elecciones.

Si bien la mayoría de estas críticas al capitalismo fueron realizadas por algunos sectores no marxistas, el comunismo en su seno tuvo que enfrentar varias corrientes reduccionistas y vulgarizantes que lo despojaron de su riqueza estructural e integral para interpretar y transformar la realidad. Pretendieron castrar su crítica sistémica y su esencia revolucionaria. Si manifestamos que el comunismo posee el método más consecuente para criticar al capitalismo, despojarlo de uno u otro de sus elementos significa limitar su potencialidad encerrándola en una receta, en un par de frases memorizadas, o en un artilugio utilizado por unos cuantos académicos para ganar fama y dinero. Sectores autodenominados marxistas han pretendido reducir al marxismo, encubriendo su carácter integral. Ha existido una castración vulgarizante del marxismo que se condensan en la actualidad en cinco aspectos:
  1. Despojar al marxismo de su carácter científico y convertirlo en una simple ideología que puede ser fundida con otras, incluso variantes burguesas o pequeño burguesas. Ello lo palpamos en el desarrollo de los marxismos bolivarianos, alfaristas, martianos, a la chilena, a la cubana, etc. Lo que en el sentido práctico lleva al colaboracionismo directo con las clases dominantes y a una castración del proyecto radical de transformación.
  2. Un pragmatismo latente que se desarrolla por dos vías: una económica y otra política. En el primer caso señalando que las clases populares deben luchar únicamente por sus reivindicaciones inmediatas: aumentos salariales, combatir el alto costo de la vida, obras públicas, etc. En el segundo caso se da por la crítica a formas de gobierno específicas o modelos, es decir combatir el neoliberalismo, el fascismo, sin cuestionar al sistema en sí; ello se traduce en derrocar al tirano de turno para ubicar otro.
  3. En el factor estratégico esto se traduce en la negación de la construcción de los elementos necesarios para una verdadera revolución, de las tres armas mágicas que habla el marxismo. Por ejemplo se cuestiona la necesidad de un partido revolucionario el cual en la moda de la intelectualidad pequeño burguesa es reemplazado por los movimientos sociales o masas amorfas de ciudadanos sin mayor consciencia ni interés en una construcción a largo plazo.
  4.  Deslindar la unidad existente entre la teoría y la práctica revolucionaria. En este aspecto hay quienes caen en un ciego empirismo donde únicamente hay que hacer, hacer y hacer sin arreglo a un plan ni a un conocimiento científico. Y hay quienes mantienen un intenso intelectualismo que los aleja de la práctica social y de la realidad de los sectores populares.
  5. Despojar al marxismo de sus elementos centrales bajo la excusa de su “reactualización”, del antidogmatismo y de la libertad de crítica. Sin duda la sociedad y la ciencia (incluyendo al marxismo) se desarrollan, y los comunistas jamás negamos ello, pero existe un tremendo trecho entre ello y querer despojar a esa ciencia de sus elementos centrales. En ese sentido buscan cuestionar aspectos centrales como el carácter de clase del estado, de la democracia, la violencia revolucionaria, el antagonismo entre explotadores y explotados. El marxismo se ha desarrollado como ciencia y ha estado a la vanguardia de los acontecimientos sociales y políticos del mundo contemporáneo, sin duda los aportes cualitativos de Lenin, de Mao, y otras contribuciones de varios revolucionarios han contribuido a ello.
A lo que queremos llegar es que existen muchas corrientes que aparentan criticar al sistema capitalista, pero en el fondo sólo lo hacen parcialmente, encontrándose estructuralmente limitadas,  y diluyéndose dentro de la misma democracia burguesa,  envolviendo a los sectores populares en dinámicas institucionalistas que desarman su lucha y proyecto radical de transformación. Es decir la crítica al capitalismo la pueden hacer los mismos burgueses, sectores reformistas disfrazados de izquierda, y hasta gente de buenas intenciones sin mayor conocimiento sobre el funcionamiento del mismo, pero éstas estarán condicionadas por intereses de clase ajenos al proletariado, o por un voluntarismo ciego, puramente emocional e idealista que lejos de llevar a triunfos a los sectores populares, los conducirá por la senda de la derrota.

El marxismo: desarrollo de una base científica para derrumbar el capitalismo
Fueron precisamente Carlos Marx y Federico Engels quienes le dieron una base científica a la crítica al sistema capitalista al estudiar su funcionamiento económico, político e ideológico, logrando una explicación certera de su surgimiento y desarrollo. Su análisis no se sesgó exclusivamente a dicho modo de producción, sino que logró explicar los diferentes momentos y sucesos históricos que había atravesado la sociedad, generando una base conceptual y categórica con el desarrollo del materialismo histórico. Sin embargo para conseguirlo tuvieron que forjar con anterioridad una base filosófica y científica, un método: el materialismo dialéctico, el cual aniquilando las corrientes idealistas y metafísicas, permitió que la concepción de la que partirían Marx y Engels para analizar la sociedad fuera la adecuada.  Es decir, el marxismo desarrolló la economía, la filosofía y la política, lo que nos sirve en la actualidad para plantear su vigencia como ciencia, ideología, movimiento y sociedad -tema que abordaremos en otro artículo-.

Todo el componente teórico del marxismo se materializaría en acciones concretas por la liberación de los proletarios del mundo y de los pueblos oprimidos, su crítica no se quedó únicamente en una antítesis y síntesis conceptual, sino en el desarrollo de grandes procesos organizativos, en revoluciones, en pasar de la interpretación a la transformación. Es decir, la lucha contra el sistema capitalista no opera en el campo de la crítica únicamente contemplativa e interpretativa, sino básicamente en la acción transformadora de las masas populares por construir una nueva sociedad.

“El marxismo, donde se ha mostrado revolucionario -vale decir donde ha sido marxismo- no ha obedecido nunca a un determinismo pasivo y rígido… Marx no podía concebir ni proponer sino una política realista y, por esto, extremó la demostración de que el proceso mismo de la economía capitalista, cuanto más plena y vigorosamente se cumple, conduce al socialismo; pero entendió, siempre como condición previa de un nuevo orden, la capacitación espiritual e intelectual del proletariado para realizarlo, a través de la lucha de clases”[1].
La crítica al sistema debe ser total, amplia, integral. El capitalismo no es sólo la explotación del hombre por el hombre, sino especialmente la reducción del ser humano a una marioneta del poder, que no piensa, que no siente, que no entiende, y que va por la vida anulado como sujeto, utilizado como número para las estadísticas de los gobiernos o los cálculos electorales, manipulados por una cultura de masas banal. Si bien lo económico es la base fundamental para la explotación, nuestra crítica y nuestras aspiraciones no pueden limitarse sólo a ello, debemos evidenciar todas las formas de opresión que impulsa el sistema en cada ámbito, demostrar su incapacidad para resolver los problemas sociales, y debemos proyectar además nuestra posición acerca de lo que es el ser humano, la importancia del conocimiento, de la cultura, del arte, de la ideología. Es decir no es sólo una lucha por menor explotación, sino por recuperar la dignidad del ser humano como tal y ello sólo puede ser logrado en una sociedad sin clases. Debemos recuperar toda la riqueza del comunismo no sólo para acabar con la explotación sino por recuperar la esencia del ser humano, su dignidad.

La crítica no es sólo por la explotación sino por la recuperación de la dignidad humana. Que no seamos seres pasivos, llevados por la corriente, sin decidir, sin pensar, sin actuar. El marxismo critica al capitalismo pero propone otro modelo de sociedad, y para ello cuenta con un método para conocer la realidad y para transformarla. El marxismo no es ni una pieza de museo, ni un souvenir para  académicos, ni una receta muerta e inmóvil. El marxismo tiene la riqueza para el análisis pero especialmente para el accionar. Para entender y transformar conscientemente, para que el ser humano recupere su condición humana vejada y reducidas por las sociedades clasistas.  La crítica del marxismo tiene un amplio contenido transformador, práctico, como diría Mao: si quieres hacer la revolución debes participar en ella. La revolución se realizará con la lucha organizada de los sectores populares, no con la caridad de los burgueses, ni con los gobiernos asistencialistas, ni con masas amorfas de ciudadanos que explotan coyunturalmente y nuestro objetivo no está encasillado sólo en la destrucción de este sistema sino en la creación de otro orden social radicalmente distinto.

“Los marxistas no creemos que la empresa de crear un nuevo orden social, superior al orden capitalista, incumba a una amorfa masa de parias y de oprimidos, guiada por evangélicos predicadores del bien. La energía revolucionaria del socia­lismo no se alimenta de compasión ni de envidia. En la lucha de clases, donde residen todos los elementos de lo sublime y heroico de su ascensión, el prole­tariado debe elevarse a una "moral de productores", muy distante y distinta de la "moral de esclavos", de que oficiosamente se empeñan en proveerlo sus gratuitos profesores de moral, horrorizados de su materialismo. Una nueva civilización no puede surgir de un triste y humillado mundo de ilotas y de miserables, sin más título ni más aptitud que los de su ilotismo y su mise­ria. El proletariado no ingresa en la historia políticamente sino como clase social; en el instante en que descubre su misión de edificar, con los elementos allegados por el esfuerzo humano, moral o amoral, justo o injusto, un orden social superior”[2]

[1] Mariátegui, José Carlos. En Defensa del Marxismo.

[2] Ibid

Movimiento Vientos del Pueblo - Revista ConCiencia Revolucionaria

El fascismo del siglo XXI y la revolución ciudadana: un breve esbozo sobre la forma de gobierno que ha asumido el Estado ecuatoriano

El pueblo es el cuerpo del Estado, y el Estado es el espíritu del pueblo. En la doctrina fascista, el pueblo es el Estado y el Estado es el pueblo. Todo en el Estado, nada contra el Estado, nada fuera del Estado.Mussolini


El fascismo del siglo XXI y la revolución ciudadana: un breve esbozo sobre la forma de gobierno que ha asumido el Estado ecuatoriano
Motivo de polémica ha sido la caracterización del gobierno actual, especulaciones por doquier se han tejido sobre ello desde varias organizaciones, partidos, sectores sociales e intelectuales. Se ha manifestado que la revolución ciudadana es un proyecto socialista, socialdemócrata, neoconstitucional, reformista, nacionalista, progresista, neoliberal, keynessiano, un sinfín de denominaciones y membretes  que no reflejan sólidamente sus características. Los cambios de opinión en ese sentido han estado al orden del día, demostrando un eclecticismo ideológico arraigado históricamente en nuestro país.  La izquierda del capital ha ido mutando su posición demostrando su ambiguedad y oportunismo, si un día lo tildaron de revolucionario, hoy lo califican de todo lo contrario.

El Movimiento Vientos del Pueblo manifestó desde un inicio que este es un gobierno del capital, representante de varios sectores de la burguesía tradicional y de una capa de nuevos ricos arribistas que utilizan el aparato de Estado como eje de acumulación. Es decir un defensor más del Estado burgués y el status quo. Lo que estaba por determinar en esos momentos era la forma de gobierno que iba adoptar. Después de observar y palpar  en la práctica varias de sus políticas lo definimos como un gobierno fascista por su forma de gestión y administración del Estado. Creemos indudablemente que dicha caracterización no puede estar guiada por un emocionalismo abstracto que toma como eje únicamente las variantes represivas directas, sino especialmente su dinámica corporativa. En ese sentido cabe señalar que no se ha ido convirtiendo en fascista, como sostienen algunos académicos, por las circunstancias coyunturales, sino que desde un inicio ese ha sido su carácter. Y debemos precisar además qué el tipo de fascismo desarrollado en países semi-coloniales no es exactamente el mismo que se aplicó en la Europa de la primera mitad del siglo pasado, sin embargo conserva algunos de sus rasgos estructurales.

El fascismo emergió en la sociedad europea para salvar al capitalismo de la crisis, combatiendo a la vez el auge del movimiento proletario. En América Latina surge en un momento en el que la crisis económica y política había generado un descrédito institucional generalizado donde la democracia burguesa se encontraba seriamente deslegitimada. Emerge para salvar los Estados en crisis, modernizándolos y readecuándolos para las necesidades actuales de acumulación del capital imperialista.

Para sostener dicho planteamiento es básico comprender qué es el fascismo puesto que existen varios sectores que identifican a éste únicamente como una forma de gobernar militarista y abiertamente dictatorial, dejando de lado varios elementos claves que son los que en esencia definen a tal corriente política. El fascismo restringe al máximo las mismas libertades democrático burguesas como el “derecho de asociación”, la “libertad de expresión”.  Además es importante precisar que el fascismo no introduce sus políticas inmediatamente sino que lo va haciendo gradualmente.

Las principales aristas que nos permiten tipificar al gobierno como fascista son las siguientes:
a)       El Estado interviene directamente en la economía a través de un plan dirigista y centralizador que asegura las ganancias de los monopolios burgueses tradicionales y de una nueva capa de ricos que utiliza a éste como eje de acumulación, configurando una alianza más directa entre el capital privado y el capital estatal, siendo el segundo el que alienta muchas veces los negocios de los primeros a través de inversiones directas o indirectas en determinados sectores.
b)       Una de las estrategias del gobierno que mayor pe­ligro representa es sin duda su política corporativa, la cual pretende controlar y manipu­lar a los sectores populares mediante la creación o dirección de organizaciones que logren que desconozcan sus intereses y acepten los del go­bierno y la burguesía. Es una forma de “incluir” al pueblo para dominarlo. La corporativización fue-y es- una estrategia puesta en marcha por gobier­nos fascistas y utiliza dos variantes esenciales: la cooptación de organizaciones ya constituidas, o la creación de instancias o espacios regidos desde el Estado o sus instituciones –municipios, minis­terios-. La cooptación se refiere a adueñarse de la dirección de organizaciones ya formadas para ponerlas al servicio de los objetivos gubernamen­tales; y si esto no es posible o suficiente, apelan a la creación de organizaciones nuevas que no re­presenten al pueblo sino a los explotadores, pero que su cuerpo social sea popular. En ello la bur­guesía cuenta con la complicidad de los partidos o movimientos autode­nominados de “izquierda”, que avalan e impulsan esa política; además de ministerios y secretarías destinadas precisamente para ello, como la Se­cretaría de Pueblos, o el Ministerio de Inclusión Económica y Social. Ejemplos hay muchos, lo más evidentes son a nivel obrero la Confederación Sindical Ecuatoriana CSE, la Confederación de Trabajadores del Ecuador CTE; en el campo estudiantil la Red de Maestros por la Revolución Educativa, el Movimiento Nueva Universidad, la CEUPE, además de asegurarse la dirección de las universidades a través de los rectorados con personajes serviles a la política gubernamental como Edgar Samaniego; en el campesinado ecuatoriano actúan la FEI y la FENOCIN además de una importante penetración en las bases de la CONAIE; la CUTTAE cumple el mismo papel en las organizaciones de pequeños comerciantes o trabajadores autónomos; los Comités de Defensa de la Revolución CDR; o comités barriales que apoyan directamente o se ven manipulados para hacerlo. Partidos políticos como el PCE o PSE que respaldan abiertamente al gobierno, o el MPD y la Conaie que también lo han respaldado en sus propósitos Además de organizaciones que se hacen pasar como neutrales o que apoyaron al gobierno en sus inicios. Esto ha sido clave para que el gobierno avance en la introducción de reformas jurídicas y políticas donde estas organizaciones han velado o neutralizado el entendimiento del perjuicio que representan estas medidas para los sectores populares.
c)       Modernización del aparato de Estado para que sirva de mejor manera a los intereses de la clase dominante y especialmente a los intereses de la fracción gobiernista.  Control e injerencia del Estado sobre todos y cada uno de los ámbitos de la súper-estructura, manejando a su antojo la cultura, la educación y la comunicación. Busca garantizar la unidad monolítica del Estado, la supremacía de éste sobre todo el cuerpo social, sobre los derechos, sobre los individuos, sobre las organizaciones sociales. Todo desde el Estado, nada fuera de él.
d)       Socialismo de palabra: El fascismo se disfrazó desde sus inicios como socialista por la simpatía que representaba este término en la clase trabajadora y como mecanismo para dorar la píldora mostrándose como representante de los sectores populares. El  gobierno actual, que se inscribe dentro del denominado socialismo del siglo XXI, se ha autocalificado como revolucionario, nacionalista y antimperialista, pretendiendo mostrarse como defensor del interés popular para que las medidas que implementa cuenten con un apoyo directo o por lo menos con menor resistencia.
e)       Uno de los hechos característicos del fascismo es apoyarse en un aparataje de propaganda que sostenga su farsa, utilizando un bombardeo sistemático de publicidad oficial y controlando estratégicamente varios medios masivos. El gobierno actual comprende a la comunicación como eje fundamental de dominación ideológica, como factor clave para sostenerse. Bien dice el adagio fascista: una mentira repetida mil veces se convierte en verdad. No importa cuál sea la situación real de una problemática, proceso o acontecimiento, lo que dice el gobierno se extiende velozmente al imaginario colectivo a través de los diferentes canales de difusión que posee. El gobierno se convierte no sólo en elemento central de la opinión pública sino en el generador de ésta.   El Estado ha pasado de ser un ente sin mayor control de los medios, a constituirse en un monopolio de gran influencia. Si antes poseían un canal nacional de televisión que no lo miraba nadie, y un par de radios, en la actualidad controla cinco canales de televisión: Gama TV, TC, Cablenoticias, Cabledeportes,  y Ecuador TV; varias radios como Super-K, Sonorama, Universal y medios impresos como El Ciudadano, El Telégrafo, el Periódico Popular;  además agencias de noticias como ANDES. Esto es complementado por cadenas nacionales difundidas permanentemente y las sabatinas que las radios tienen la obligación de pasar. Pero el gobierno no se queda sólo en la influencia a través de los medios o vallas publicitarias, sino que tiene sus grupillos que hacen propaganda callejera, etc.Se ha generado un estado de propaganda dirigido por el oficialismo donde éste  se convierte en un permanente constructor de realidades.
f)         Un régimen presidencialista: En las estructuras fascistas se ejerce una notable influencia y control desde el ejecutivo sobre las demás funciones del Estado. El manda­tario se asegura el control de toda la estructura estatal, y lo hace de manera directa o a través de concejos creados, donde el Ejecutivo tiene parti­cipación mayoritaria e influencia permanente. La auto­ridad de la Presidencia en las otras funciones del Estado ha sido evidente mediante la presión a la función legislativa para la aprobación de leyes; a través del reordenamiento judicial llevado a cabo desde la Presidencia; o con el control político sobre las funciones electoral y de transparencia y control social.
g)       Caudillismo: Este gobierno hace emerger a un caudillo autoritario y populista que emerge como figura central del “proceso revolucionario”. En él se condensan las supuestas aspiraciones de los sectores populares, construyendo una imagen mesiánica hacia la cual hay que guardar lealtad, respeto y deferencia. Es el líder sobre el cual se levanta el proceso y sin el cual no puede llevarse a cabo. Muchas veces se acusa a los propios funcionarios del régimen de cometer errores o desviaciones que son solucionadas o criticadas por el caudillo. Existe una relación jefe-masa sin intermediarios, un vínculo de palabra entre el líder y el pueblo.
h)       La modernización de los cuerpos represivos del Estado y el desarrollo de una cultura policial en el conjunto de la sociedad son dos elementos fundamentales de la política fascista del gobierno. La inversión en equipamiento y tecnificación de los cuerpos represivos con la excusa de luchar contra la delincuencia legitiman la espía permanente y el control absoluto de los movimientos de individuos u organizaciones que no son afines al gobierno. Colocación de ojos de águila, creación de unidades policiales y militares que trabajan en inteligencia, represión directa, son algunas de las “bondades” del régimen.
i)         Un sentimiento patriotero que realza los valores nacionales de una manera demagógica, con un discurso antimperialista pero con una práctica afín a los intereses de las potencias extranjeras que profundiza el carácter semi-colonial del país.
j)         Recrea en el imaginario social la existencia de “enemigos de la revolución”, que no son sino antagonistas de fantasía que no tienen discrepancias esenciales con el gobierno. Esto pretende configurar una variante victimista y revanchista que genera una polarización que contribuye a que el gobierno avance en sus planes y políticas contando con cierta legitimidad en las masas por la rastrera imagen que tienen algunos de los grupos “opositores”.
k)       Imponer sus criterios a base de la fuerza no sólo represiva sino de la calumnia, la difamación y el temor a las represalias, criminalizando la lucha social y cualquier tipo de protesta que venga desde los sectores populares, censurándolas, fomentando un marco institucional y jurídico destinado a ello.
l)         Se muestra como una tercera vía opuesta al liberalismo burgués y al “extremismo” de la izquierda revolucionaria. Genera un revolucionarismo verbal y un conservadurismo sustancial que se mitiga por el asistencialismo.

El gobierno ha avanzado en esta política fascistoide que implica no sólo la persecución directa, sino la criminalización de la lucha social, el caudillismo, el control omnímodo del ejecutivo sobre todo el cuerpo social, un aparato de propaganda dirigido por el oficialismo para sostener su farsa y especialmente la corporativización de la dinámica social y popular a través de las diversas estructuras del Estado.  Es importante para los sectores populares comprender que el Estado burgués puede asumir las más variadas formas de gobierno, y cualesquiera que utilice siempre continuarán defendiendo los intereses de la clase dominante, sin embargo es necesario realizar una caracterización en ese sentido para poder actuar de una manera estratégica desde los proletarios y los sectores populares.